Joaquín Turina |
"Bulerías, Joaquin -dicen que le decía Albéniz-. Escucha tus raíces andaluzas, flamencas, gitanas. Deja a un lado lo francés, escucha el canto popular." Y Joaquín, niño prodigio, que había compuesto su primera ópera a los quince años, escribió bulerías, pero también peteneras y guajiras, en compás de amalgama. Como también pasodobles y jotas. Siempre bajo un signo romántico con un toque impresionista.
"Bulerías, miarma, con su entrada y sus variaciones, sus falsetas y su temple, sus machos, sus ayeos, quejíos y remates, sus glosolalias. Ya no hablemos del baile, del marcaje y la llamada, el desplante, la escobilla, la pasada."
"Bulerías en Triana, en el Altozano, en la Macarena, en el Aljarafe. Pero también, de manera general, en Tierra de María Santísima."
Turina fue flamenco y popular. El Flamenco está lleno de duendes que te alegran las penas. Decía Luís Rosales que la alegría no tiene historia. Quizá la pena la tenga. Turina la tuvo por bulerías. Desde su piano de cola o su acordeón de niño. Desde su duende andaluz, pero también, de manera especial, flamenco y gitano.
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