Tras ese nombre de combinado espirituoso (“Camarero, dos trajanos y un Bloody Mary”) se esconde un tipo rudo a la vez que delicado, filántropo empedernido, minucioso, infalible estratega, arquitecto de acueductos, calzadas y puentes, guerrero temido y emperador de la mayor expansión militar romana de todos los tiempos ¿Y todo para qué? Para ser recordado por su busto de mármol y ese corte de pelo realizado, sin duda, por su más feroz enemigo. Pregunte, pregunte usted por ahí por Trajano (“Sí, me suena ¿Es el defensa central del Steaua de Bucarest, verdad?) Y volvemos al combinado: “Camarero, tres trajanos, dos Dry Martini y un Bloody Mary”. Es lo que suele suceder cuando naces con cara de estatua.
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