viernes, 8 de junio de 2018

Ataque vikingo a Sevilla

Barcos normandos del siglo X



Fátima acababa de tener un encuentro clandestino con su amado y volvía a la ciudad bordeando el Guadalquivir, cuando vio a unos extraños individuos de largas cabelleras que llevaban unos cascos con cuernos y empuñaban largas espadas; los cuales acababan de desembarcar de unas impresionantes naves que jamás había visto.

Aún resonaban en su cabeza las dulces palabras que acababa de decirle su amado: “Me estás enseñando a amar, yo no sabía”; cuando, consciente del peligro y espoleada por el miedo, salió corriendo hacia las murallas de la ciudad con la intención de dar la alarma a los soldados del emir.

Llegó sin aliento al primer puesto de guardia y se detuvo ante los soldados, pero las palabras no le salieron de la boca debido a la angustia y a la agitación, por más que ellos la animaban para que hablase. Con gestos intentó comunicarles el peligro que corrían, quiso conminarlos para que se refugiasen en la ciudad, ordenaran cerrar las puertas y advirtiesen a toda la población para que preparase la defensa.

Cuando los soldados comprendieron lo que ocurría era ya demasiado tarde, pues aquellas hordas de fieros guerreros, fuertemente armados, estaban encima de ellos, y tanto los guardias como Fátima fueron acribillados a flechazos. Seguidamente, se abalanzaron contra la ciudad y causaron gran número de muertos. Tras conquistarla, procedieron a un sistemático saqueo.


Enrique Angulo

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