martes, 24 de abril de 2018

Obsolescencia

Curro, la mascota de la Expo 92

La tienda, situada a las afueras de Sevilla, ocupa un enorme solar. Un rótulo anuncia que se dedican a las antigüedades. Sorprende bastante que consideren a uno como tal sin haber cumplido todavía los treinta. Nos adquirieron en un lote compuesto por cuatrocientos gemelos idénticos, de los que quedamos apenas un centenar. Funcionábamos con una moneda de 100 pesetas, emulando durante tres minutos el vaivén de un balancín.

Se nos puede comprar o también alquilar por días. Tras varios meses en la Expo, en todos estos años yo aún no había abandonado la tienda. Hasta ayer, cuando me alquilaron para una fiesta infantil. Los niños me trataron con sumo cariño, no así algún padre. Un energúmeno que pesaba una tonelada me montó aullando y dando brincos, hasta que el motor se detuvo tras un chasquido.

Yo que creía asegurada la inmortalidad, me ha inquietado el gesto del dueño mirándome con cara de pena. Y, presa de los nervios, llevo horas repitiendo estúpidamente esa frase mal construida que grabaron en mis entrañas: “¿Quieres dar un paseo con mí?”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario