viernes, 8 de junio de 2018

Por una mirada

Barco de vapor de ruedas, como los primeros 
que navegaron por el Guadalquivir

Fue allí donde Jacobo lo vio por primera vez. Llegó en aquel vapor que traía a Washington Irving y su mirada quedó grabada en su retina, profunda e intensa. Era el ayudante de cámara y supo que se había enamorado al instante.

No podía confesarle su atracción por él, por su cuerpo de deseo y lujuria, porque hacerlo supondría condenarle a la pena máxima ya que el rey no permitiría el amor contra natura entre dos hombres. ¿Cómo se lo haría saber entonces?

Cayó la noche y estuvo seguro de que no podría amanecer sin entregarse a él. Imaginó que durante la madrugada podría acercarse a su tienda y se introduciría en su cama y lo abrazaría con pasión. Creía y ansiaba que él le correspondería y por ello se armó de valor y se dirigió hacia allí. Lo vio dormido, desnudo, terso y fibrado y cuando sintió su calor al abrazarlo por detrás, él se despertó y lo besó intensamente.

Pero un guardia los descubrió y dio la voz de alarma.

La guardia los cogió presos y fueron condenados a muerte aquella misma noche.

Pero cuando se iba a consumar la sentencia, alguien gritó ¡ALTO! Y cuando todo se detuvo, el amante de mirada intensa dejó caer sus ropas y quedó completamente desnudo, evidenciando un cuerpo perfecto de mujer con pechos pequeñitos y preciosos, casi planos que habían sido ya acariciados por Jacobo.

El rey se levantó y pronunció por primera vez una contra sentencia, permitiendo a los dos amantes vivir juntos por siempre.

Francisco Pérez

No hay comentarios:

Publicar un comentario