viernes, 27 de abril de 2018

La que se avecina

Marionetas para El barbero de Sevilla en el museo
Antonio Pasqualino de Palermo

Antonio embiste por detrás a la mujer de Luis (el del primero), al ritmo frenético del centrifugado de la lavadora mientras con los ojos cerrados visualiza las enormes tetas de Lucía, la del cuarto; la misma que en ese preciso instante bate huevos al son de Camela en Cadena Dial, moviendo sus caderas (virtualmente embestidas por Antonio), mientras, el loro de Antonio, el barbero del barrio, (sí, el mismo Antonio, el del embiste, el de el segundo D que tiene un felpudo que pone güelcam&gudbai), se desgañita desgranando el aria de Figaro, con perfecta voz de barítono, al tiempo que Luis (el del primero, ese cuya mujer está siendo embestida no virtualmente por el del felpudo) grita por el patio de luces, abrumado por el estruendo del centrifugado/ cuandozarpaelamor/ Figarofígarofígarofiiiiigaaaaaroooo, exigiendo a gritos un poco de paz, la cual le será proporcionada en breve por el yihadista del ático que, tras confundir el dichoso centrifugado con una ráfaga de disparos, se apresura a coger una voluminosa mochila que esconde en el hueco del ascensor.

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