martes, 17 de abril de 2018

Leyenda viva

La ausencia de Maese Pérez, de Gutxi Haitz Céspedes Murias


Ya debe estar próxima la hora, pero la calle Doña María Coronel sigue solitaria. Nada comparable a esas misas del gallo con la iglesia atestada por igual de mendigos y de personas principales, que ni el arzobispo faltaba a ninguna. No recuerdo haber sentido placer mayor que el que me erizaba la piel cuando me sentaba frente a ti. Ni siquiera con mi esposa gocé tanto, Dios me perdone. Mis dedos te acariciaban hasta que me devolvías un sonido tan dulce que todos los presentes contenían la respiración para no perturbar la magia del instante. 

Al dar las doce campanadas has vuelto a resonar en el convento de Santa Inés y mi pobre espíritu de organista enamorado se estremece. La única pena que tengo es no haber disfrutado nunca de la visión de tu grandiosidad. Mi hacedor me pensó viejo, enfermo y ciego. Desde entonces, regreso a tu lado cada nochebuena para recrear la leyenda en la imaginación de los eternos románticos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario