martes, 10 de abril de 2018

Un paseo por Triana

Santas Justa y Rufina, de Murillo


¡Despierta Rufina que hoy nos sacan a pasear por Triana! Fijate que han pasado siglos y aún no me lo creo, ¡patronas de Hispalis! ¿se puede otorgar mayor honor? Dos humildes alfareras como nosotras que lo único que hicimos fue negar un donativo a Venus, y mira tú, elevadas a los altares. Y yo además en la estación de ferrocarril, que digo que puestas a repartir honores, podían haber plantado tu nombre al aeropuerto y no el del bueno de Pablo.

Claro que también penamos lo nuestro, que llevarnos descalzas hasta Sierra Morena se las trae, y ya ni te cuento lo del potro de torturas. Menuda cara se le quedó a Diogeniano cuando soltó al león para que te comiera y el pobre animalillo solo te lamió las heridas de los pies. Pero eso ya es agua pasada.

¡Vamos Rufina, ayúdame que la Giralda pesa! ¡a ver si la salvamos del terremoto y ahora se me va a caer a mí!

Rufina se coloca mientras susurra entre dientes —No mandan nada las hermanas mayores, no ni ná—

No hay comentarios:

Publicar un comentario