viernes, 8 de junio de 2018

El valor de una capa


  
Antigua sinagoga de la judería
transformada  en el templo de Santa María la Blanca en 1391 .


—Se acaba el tiempo, tienes que bautizarte. Los viejos tienen sed de sangre judía, nos les faltan excusas. Lo sabes mejor que nadie. 

—No harán nada, el Rey no lo permitirá, confía en mí. 

Su hombro rozaba el mío. Discreto, casi invisible, casual. Un simple roce que lograba excitarme como nada ha vuelto a conseguirlo. La sombra de la Torre del Oro nos cobijaba. Para cualquier mirada solo éramos dos amigos contemplando el reflejo de la estructura sobre el río. 

Me estás enseñando a amar… 

—No hables así… —susurré. — Acabarás consiguiendo que nos maten a los dos. Podría bautizarme, pero seguirán viéndome como un judío asqueroso, me seguirán escupiendo, me seguirán odiando… Cuando vea que las cosas se complican demasiado, me iré… 

—Yo podría pasar por judío y tu profesar el cristianismo. ¿Qué nos diferencia? ¿Un nombre? ¿Un apellido? ¿Una nariz? ¿Una capa…? ¡Tú mismo lo has dicho muchas veces! 

Se levantó, supuse, para recorrer el camino habitual antes de que anocheciera. Él delante, yo unos pasos más atrás, como siempre. 

En un momento se desprendió de su capa azul y la dejó caer. El ruido de los comerciantes era atronador, no me escuchó cuando le grité… O no quiso escucharme. Se me revolvió el estómago, sabía de lo que era capaz. 

Entendí a donde se dirigía cuando giró a la derecha dejando a un lado el Alcázar. Los olores amargos y dulzones de las naranjas caídas se mezclaron con el reflujo agrio que alcanzó mi boca cuando entró en la sinagoga y la puerta se cerró tras él. 

"No va a pasar nada", pensé. Todo estaba tranquilo. Iba a demostrar lo que él quería y saldría triunfante. Me apoyé en la pared de una casa en la acera de enfrente esperando que la puerta se abriera y Ferrán apareciese. 

Entonces, lo vi. Vi como alguien atrancaba la puerta, vi como el humo salía por las ventanas, vi a la gente correr a mi alrededor, vi las casas arder, vi su capa en mi mano…

Ocurrió el 6 de junio de 1391, y desde entonces me llamo Ferrán López, porto una hermosa capa azul, nadie duda de que sea cristiano, y él… él tenía razón.
María Requena

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