viernes, 8 de junio de 2018

Tras el reflejo de tu luz

Murallas del Alcázar 


Fue allí donde la vio por primera vez, desde la otra orilla, pese a la lejanía, como añadiéndose al extraño reflejo de la torre.

La siguió por El Cristina, como humilde de Gelves al linaje de Sevilla. Y se sintió como Salinas.

Ella, de pronto, se giró. «Ha debido oírme. Me he acercado demasiado» Pensó.

Sus miradas se cruzaron y tuvo que bajar la suya.

―¡Oye, tú! ¿Acaso me estás siguiendo?―. Le espetó, enfadada.

Sintió cómo su cara se acaloraba. No supo―no pudo― responder.

―Pero ¿qué te has creído? ¡no me sigas!

Ella apretó el paso y se perdió hacia Santa Cruz. No se atrevió a seguirla y quedó donde estaba.

La percepción de su luz se difuminó, poco a poco, entre las murallas del Alcázar.

«Ya no volverá a verme». Pensó él. Y, entonces, se le ocurrió: «Podré verte cada día, al atardecer, frente al río»



José Antonio Díaz Escalante

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